Detección del cáncer de esófago

El cáncer de esófago suele causar síntomas solo en etapas avanzadas, lo que dificulta la detección temprana. Sin embargo, en el caso de las personas con mayor riesgo (como las que padecen enfermedad por reflujo gastroesofágico crónico, esófago de Barrett o factores de riesgo significativos en el estilo de vida, como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol), las pruebas de detección pueden ayudar a detectar la enfermedad en forma temprana, cuando tiene mayores probabilidades de curarse. Utilizamos las siguientes técnicas para detectar el cáncer de esófago en estas personas:

  • Endoscopia : la principal herramienta de detección del cáncer de esófago es la endoscopia superior, en la que se inserta un tubo delgado y flexible con una cámara a través de la boca para examinar el esófago. Esto nos permite ver directamente el revestimiento esofágico.
  • Biopsia : durante una endoscopia, se pueden tomar muestras de tejido del esófago si el médico detecta alguna anomalía. Luego, un patólogo analiza estas muestras para determinar si hay células cancerosas.

Diagnóstico y estadificación del cáncer de esófago

  • Estadificación : una vez que se confirma el cáncer, se realizan pruebas de estadificación para determinar la extensión de la enfermedad. Esto incluye estudios de diagnóstico por imágenes como tomografías computarizadas, resonancias magnéticas y tomografías por emisión de positrones para evaluar si el cáncer se ha propagado a los ganglios linfáticos cercanos u otros tejidos o a otras partes del cuerpo.
  • Ecografía endoscópica (EUS) : procedimiento que combina la endoscopia y la ecografía para evaluar qué tan lejos se ha propagado el cáncer de esófago y determinar el estadio, lo que ayuda a orientar las decisiones de tratamiento.
  • Pruebas moleculares y genéticas : algunos pacientes pueden beneficiarse de pruebas moleculares para identificar mutaciones específicas o biomarcadores que podrían guiar el uso de una terapia dirigida o predecir resultados.